jueves, 14 de noviembre de 2013

MARTIN EL PESCADOR


Cuentan que hace mucho tiempo, vivía un joven cuya cualidad en la pesca era muy admirada, se decía que era pariente del mismo Yacuruna por tener tal habilidad, ya que conocía muy bien al Rio Mayo.

Era primavera y la selva rebosaba de alegría en el bosque, las aves pintaban con sus colores el paisaje del bosque, los monos jugueteaban en los árboles y los peces eran abundantes.
Cierta mañana se corrió la voz de que el mismo Yacuruna el señor de los ríos, propuso un reto a los más avezados bogas y pescadores, que consistía en competir con él en el arte de la pesca, La competencia consistía en pescar grandes cantidades de peces y luego contarlos y ver quién era el que tenía más, el premio iba a ser la capacidad de respirar en el agua.
El bosque estaba inmerso con tal reto, todos querían participar, el otorongo, la nutria, el caimán de Río, algunos monos Maquisapas, en fin era un reto muy bueno y gratificante, hasta el mismo sol señor de las nubes bajo a presenciar el reto.


El Joven pescador se llamaba Martín, llevaba como de costumbre una canasta llena de peces que repartía a los pobladores que vivían en zonas alejadas al Puerto de Tahuishco, especialmente a los niños que tenían menos.
Al terminar se dispuso a nadar y vio que a lo lejos una pobre Nutria estaba atrapada a un tronco que flotaba en el Río Mayo y la corriente lo iba a ahogar, este nado hacia aquel pobre animal y pasando peligros logro rescatarlo, la Nutria estaba mal herida y solo gruñía de dolor hasta que emitió un sonido que parecía humano, Martín dio un salto del susto, la Nutria comenzó a hablar, le agradeció la ayuda y decía que iba a morir por la gravedad de sus heridas, Martín estaba en shock, la Nutria mordió la mano de Martín y le dijo que era la marca para el concurso y tenía que ir al bosque y encontrarse con la Lechuza para que lo guié con el Yacuruna, diciendo esto la Nutria se sumergió en el agua y murió.

Martín fuera de sí, creyó que lo había soñado y regreso a su casa, al sentarse a comer se fijó en su mano y la mordida cambiaba de color, el no sabía porque y fue a un médico brujo, quien le dijo que la mordida solo iba a desaparecer si hacia el reto que le había informado la Nutria, Martín no creía en nada de eso hasta que el medico brujo se transformó en una Lechuza inmensa, y le advirtió que si no asistía la especia de la Nutria desaparecería.

Ya era de noche y Martín, no salía de su asombro La Lechuza, lo cogió de los brazos y volando llegaron al claro del bosque donde había una gran fogata, allí al bajar se dio cuenta que no estaba solo, un inmenso otorongo lo miraba , un mono gigantesco también lo hacía, y un gavilán inmenso solo se reía de él, hasta que de pronto Apareció el Yacuruna era más grande que dos hombres juntos, su piel era roja como el fuego, sus ojos muy abiertos, y a su lado habían feroces caimanes que lo vigilaban.

Martín con miedo se acercó al llamado del Yacuruna, contándole lo que había pasado, todos los animales furiosos, decidían en comérselo o matarlo ya que revelaría el secreto del bosque, entonces este hablo en voz fuerte aceptando el cambio de Participante, las nutrias en gran número llamaron a Martín y le dieron una semilla de Tornasol que haría que no se cansase en el agua.

Ya todo previsto el  Yacuruna los cito en la madrugada diciendo que el Concurso había comenzado y que se adentraran al Río Mayo a pescar, Martín audazmente y en ayuda de una de las nutrias construyo rápidamente una pequeña red y la enlazo a un árbol que estaba cerca de un ojo de agua mansa, donde el sabía que habían peces, a unos pocos minutos de terminado vio que el Otorongo subía de la superficie del agua con un montón de peces entre sus garras, el mono igualmente lo hacía y lo amontonaban en hojas de plátano, el Yacuruna con cada salto que daba del agua al lado de sus caimanes llevaba más peces, Martín sabiendo que ya había demorado mucho fue al ojo de agua y nado en contra la corriente ahuyentando a los peces hacia la red, atrapándolos hábilmente, cada vez que desmontaba la red habían numerosos peces.

Pero eran pocos aún se dio cuenta que el Otorongo al ingresar al agua dejaba un remolino de agua donde podía ver una cantidad de peces importantes escondiéndose allí, aprovecho que el Otorongo se sumergiese y nado hacia el remolino con su red, atrapo tantos que el bosque se sorprendía con su osadía.
Siguió entonces Martín hacia el claro donde estaba y se dio con el asombro que los peces del río en grandiosos números se escondían en su claro este aprovecho y saco peces, ya atardecía e iba a terminar el torneo, cuando Martín sin darse cuenta había sobrepasado en número los peces de los concursantes, solo faltaba el Yacuruna.

No se percató y un pez se metió accidentalmente en uno de los bolsillo de su pantalón, ya empezaba a atardecer más y Martín se sentía cansado fue entonces que comió la semilla de Tornasol y se sintió como nuevo y comenzó a sumergirse más en el agua.
La Tortuga se acercó al agua y soplo un caparazón de caracol tan fuerte que todos los animales tapaban sus oídos, todos salieron, llamaron a la Pava de Monte, hábil contadora y comenzó la cuenta.

Todos estaban tensos Martín también pero con preocupación ya que no quería fallar a las nutrias, comenzó a contar los peces del Otorongo y el resultado fue de 1256 peces. El Otorongo feliz rugía tan fuerte que los demás animales temblaban de miedo.
Llego el turno a los Monos Maquizapas, y el resultado fue de 1251 peces estos furiosos daban brincos y botaban espuma de sus hocicos.
Luego seguía el turno del Gavilán, el resultado fue de 1689 peces todos gritaban de euforia el Gavilán era el más majestuoso de allí y había superado al Otorongo y el Mono; este solo agradeció a los animales.

Le tocaba el turno a Martín, pero el Yacuruna interrumpió y aconsejo que él debía seguir, la Pava del Monte contó y el resultado era sorprendente, 2589 peces todos asombrados hablaban entre sí, no había oportunidad para el humano, fue entonces que el Yacuruna alardeo de su habilidad y se burlaba de Martín aduciendo que era muy débil para un señor de los ríos.

La pava del Monte comenzó a contar los peces de Martín, pero a unos minutos comenzó a contar nuevamente, los animales se sorprendían de eso, todos se preguntaban el porqué de nuevo se ponía a contarlos, entonces dio la cantidad 2589 peces todos callaron y se sorprendían por tal cifra, el Yacuruna no podía salir de su asombro, un humano lo igualaba en el concurso, el Sol entonces que había bajado a la tierra a ver el concurso dijo que no era de sorprenderse y que por favor el humano revisase en uno de sus bolsillos, Martín hizo caso del Sol y saco un pez más que él había pasado desapercibido, todos en la selva entonces se alborotaron y cantaban de entusiasmo le habían ganado al Señor de las Aguas, era sorprendente.

El Yacuruna no salía de sus asombro y furioso mando a sus caimanes a devorar los peces de Martín y a atacarlo, el sol al ver esto dio un golpe al suelo y capturo entre ramas a los caimanes, entonces este dijo que el Yacuruna siendo uno de los señores de los bosques, tenía que comportarse  ya que había perdido dignamente.
Entonces el Yacuruna se disculpó y saco de unos de los cofres que poseía un líquido que daría la habilidad al humano de respirar en el agua, pero lo que no sabía era que solo se podía usar en animales del bosque y no sabían si iba a funcionar en humanos, entonces Martín recibió el premio y el Yacuruna se retiró molesto a su reino. 

El Sol felicito a Martín por su hazaña y le invito a tomar de la pócima, este lo hizo, pero en unos segundos su piel comenzó a secarse y le salieron plumas, el cráneo se le hizo más pequeño y se formó un pico, todos contenían la respiración por el asombro, el Sol entonces se dio cuenta que la pócima tenía un efecto distinto en humanos.
Martín entonces quedo transformado en ave ante asombro de los demás animales del bosque, el Sol se compadeció de él, y le regalo la habilidad de volar más rápido y pescar ya que era su gran pasión, todos los animales en admiración lo llamaron el Martín pescador.


Se dice que ahora esta ave es uno de los mejores pescadores y es aun amigo de las nutrias.

AUTOR : JOSE ANTONIO CORDOVA WAJAJAY
DERECHOS RESERVADOS

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