Cuentan que el zorro tenía hace muchos años la boca menuda y discreta. Un día
que andaba de paseo vio sobre un cerro cantando a un huaychao. Era este menudo
como un zorzal, de plumaje gris claro y cantar movía alegremente las plumas
blancas de su cola. El zorro se quedo mirando el pico largo y aflautado del ave
y le dijo modosamente :
- ¡ Que hermosa flauta amigo huaychao y que bien tocas! ¿Podrías prestármela sólo por un momento? Yo la tocaré cuidadosamente.
El ave se negó, pero el zorro zalamero insistió tanto que al
fin el huaychao le prestó el pico, recomendándole que para tocar se cogiera el
hocico a fin de que la flauta se adaptara mejor, y así sobre el monte, el zorro
se puso a cantar soplando la flauta largo y tendido, después de algún rato, el
huaychao reclamo su pico, más el zorro se negó Decía clave :
El zorro no entraba en razones y soplaba incansablemente para
un público de pequeños animales que se habían congregado en su alrededor.
Al ruido despertaron unos añases y salieron de sus cuevas y subieron al cerro, al ver al zorro tocar se pusieron bailar y con ellos bailaron todos los animales del campo.
El zorro al verlos no pudo contener la risa y rompió al reír
y al hacerlo se le descosió el hocico, mucho más de la medida y se le quedó
grande y rasgado de oreja a oreja. El huaychao antes de que el zorro saliera de
su sorpresa recogió su pico y se echo a volar. Desde allí se dice quedaron los
zorros con la boca enorme en castigo de su abuso de confianza.
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