lunes, 9 de septiembre de 2013

EL DUENDE DEL PLÁTANO

Cuentan que hace mucho tiempo por la carretera que lleva de la Ciudad de Moyobamba a Jepelacio, cuando los pobladores se disponían a vivir por esas zonas aledañas, encontraban algunas trochas minúsculas que llevaban a algunos parajes donde encontraban árboles frutales de gran variedad.

Una vez establecidos aquellos árboles frutales desaparecieron, debido a que construían rápidamente casas y chacras, eliminando plantas y a veces hábitat de animales que allí naturalmente vivían. El Poblador comenzó a edificar su propio estilo de vida dando a la tierra nuevos frutos como el café, el maíz o choclo, el fréjol, el arroz y naturalmente el plátano de seda.


Una vez en una hectárea sembrada de plátanos de seda, uno de los agricultores se dio con la ingrata sorpresa que sus productos eran consumidos y no había rastros de quien podría haber sido, ya que no dejaba rastros ni de la persona o del fruto, era como si se lo llevasen sigilosamente.

El agricultor creyendo que era de algún animal salvaje de la zona puso trampas para apresar a tal ladrón, pasaron varios días y no había rastros del hurtador de plátanos, extrañándose ya que igualmente desaparecían sus productos, en el tiempo de cosecha todos laboraban arduamente para poder cosechar los mejores productos y varios se quejaban que algunos productos desaparecían sin rastro alguno y que se reducía mínimamente la producción en la cosecha.

Pasaron meses y años y la situación empezó a tornarse fastidiosa para algunos pobladores, cierto día un joven paseaba por uno de los platanales para cultivar la hierba mala que por allí crecía, cuando en mitad de su labor vio unos pies muy pequeño de colores blancos con azulejos corriendo por el platanal, primero pensó que debía ser producto de su imaginación, cuando de pronto escucho sonidos de corte y caída del plátano, corrió para ver lo sucedido y se dio con la sorpresa de que un ser de 40 cm de alto caminaba cargando un racimo completo de plátanos con total naturalidad.

No saliendo de su asombro fue y llamo al ser, este volteo y lo saludo y le dijo que tenía hambre y que se llevaba un pequeño almuerzo, el joven lo quiso detenerlo pero le hombrecillo era muy fuerte y con un solo empujón dejo inconsciente al muchacho; este despertó y vio a varios hombrecillos ya de noche hurtando productos, este impresionado huyo del lugar y contó el hecho a sus vecinos, estos sin creerle lo despidieron y volvieron a sus laboreas cotidianas.

El joven aun en desconcierto se retiró y decidió atrapar a uno de ellos, pero ya nunca más se aparecieron por allí, pasaron meses y los pobladores ya no tenían el problema de hurtos, el joven emigro a Moyobamba para trabajar en la chacra de sus hermanos, solo que cuando este empezaba a trabajar siempre veía a estos hombrecillos y es que cuando este los delato ellos enojados lo siguieron por todas partes haciendo que el joven cayera en locura, ya que seguían hurtando chacras vecinas quienes echaban la culpa al joven ya que en su chacra no robaban nada y era sospechoso.

Y así estos duendecillos u hombrecillos hicieron de las suyas alocando al joven quien en su locura se ahogó en las aguas del Río Mayo huyendo de estos pequeños seres.


AUTOR : JOSE ANTONIO CORDOVA WAJAJAY
DERECHOS  RESERVADOS 


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