Cuentan
que hace mucho tiempo por la carretera que lleva de la Ciudad de Moyobamba a
Jepelacio, cuando los pobladores se disponían a vivir por esas zonas aledañas,
encontraban algunas trochas minúsculas que llevaban a algunos parajes donde
encontraban árboles frutales de gran variedad.
Una
vez establecidos aquellos árboles frutales desaparecieron, debido a que
construían rápidamente casas y chacras, eliminando plantas y a veces hábitat de
animales que allí naturalmente vivían. El Poblador comenzó a edificar su propio
estilo de vida dando a la tierra nuevos frutos como el café, el maíz o choclo,
el fréjol, el arroz y naturalmente el plátano de seda.
Una
vez en una hectárea sembrada de plátanos de seda, uno de los agricultores se
dio con la ingrata sorpresa que sus productos eran consumidos y no había
rastros de quien podría haber sido, ya que no dejaba rastros ni de la persona o
del fruto, era como si se lo llevasen sigilosamente.
El
agricultor creyendo que era de algún animal salvaje de la zona puso trampas
para apresar a tal ladrón, pasaron varios días y no había rastros del hurtador
de plátanos, extrañándose ya que igualmente desaparecían sus productos, en el
tiempo de cosecha todos laboraban arduamente para poder cosechar los mejores
productos y varios se quejaban que algunos productos desaparecían sin rastro
alguno y que se reducía mínimamente la producción en la cosecha.
Pasaron
meses y años y la situación empezó a tornarse fastidiosa para algunos
pobladores, cierto día un joven paseaba por uno de los platanales para cultivar
la hierba mala que por allí crecía, cuando en mitad de su labor vio unos pies
muy pequeño de colores blancos con azulejos corriendo por el platanal, primero
pensó que debía ser producto de su imaginación, cuando de pronto escucho
sonidos de corte y caída del plátano, corrió para ver lo sucedido y se dio con
la sorpresa de que un ser de 40 cm de alto caminaba cargando un racimo completo
de plátanos con total naturalidad.
No
saliendo de su asombro fue y llamo al ser, este volteo y lo saludo y le dijo
que tenía hambre y que se llevaba un pequeño almuerzo, el joven lo quiso
detenerlo pero le hombrecillo era muy fuerte y con un solo empujón dejo
inconsciente al muchacho; este despertó y vio a varios hombrecillos ya de noche
hurtando productos, este impresionado huyo del lugar y contó el hecho a sus
vecinos, estos sin creerle lo despidieron y volvieron a sus laboreas
cotidianas.
El
joven aun en desconcierto se retiró y decidió atrapar a uno de ellos, pero ya
nunca más se aparecieron por allí, pasaron meses y los pobladores ya no tenían
el problema de hurtos, el joven emigro a Moyobamba para trabajar en la chacra
de sus hermanos, solo que cuando este empezaba a trabajar siempre veía a estos
hombrecillos y es que cuando este los delato ellos enojados lo siguieron por
todas partes haciendo que el joven cayera en locura, ya que seguían hurtando
chacras vecinas quienes echaban la culpa al joven ya que en su chacra no
robaban nada y era sospechoso.
Y
así estos duendecillos u hombrecillos hicieron de las suyas alocando al joven
quien en su locura se ahogó en las aguas del Río Mayo huyendo de estos pequeños
seres.
AUTOR : JOSE ANTONIO CORDOVA WAJAJAY
DERECHOS RESERVADOS
Me ha gustado mucho... gracias
ResponderEliminaresto me sirve para mi tarea
ResponderEliminaresto me sirve para mi tarea
ResponderEliminarGuau me dio un poco de suspenso
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
ResponderEliminarme contaron que si, el duende del bananero es de aprox 40 cmm de alto, con orejas puntudas, grandes, usa ropa arrugada y zapatos grandes bien lustrados.
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