En
Moyobamba vivía un noble chacarero cuyas habilidades en el campo se demostraban
en los productos que cultivaba y vendía en el Puerto de Tahuishco, este
singular personaje se llamaba Matías.
Matías
no acostumbraba quedarse en la ciudad de Moyobamba, a él le gustaba la paz del
bosque, la tranquilidad de su chacra y el olor a libertad, el tenía una pequeña
parcela en la Comunidad Shimpíyacu, en la cual trabajaba en armonía con la
tierra y con los que le rodeaban, era un hombre feliz y muy buen negociante,
cada vez que iba a Moyobamba sacaba provecho de su habilidad de regateo en la
que no le iba mal siempre se iba con un buen dinero; se compraba semillas,
abono, gallinas y a veces ropa para vestirse bien.
En
fin era su vida y el la disfrutaba, la gente siempre hacía cola esperándolo
debido a que sus productos eran de muy buena calidad: plátanos grandes y
hermosos, naranjas dulces y jugosas, mangos de pulpa sin igual, guabas
deliciosas; todos los productos eran del agrado de la población, a veces traía
gallinas que criaba, gordas y rebosantes de carne, le iba bien y no tenía la
necesidad de ir a la ciudad solo a comprar lo que necesitaba.
Una
noche en la que fumaba su cigarro Mapacho, viendo las estrellas en el cielo
como de costumbre, echado en su litera fuera de su cabaña escucho a sus perros
ladrando con mucho énfasis como que si de algún intruso se tratara, Matías
curiosamente fue a ver lo que allí acontecía y vio a lo lejos de su cerca de
madera, la figura de un hombre de aspecto achatado y rengo que caminaba
cojeando juntando algunos frutos de su chacra, las juntaba y llenaba en un
saco, Matías conmoviéndose de aquella persona se acercó hacia él, y le indico
que debía pedir permiso para poder sacar los frutos pero que no le importaba
siempre y cuando lo llame cuando quiera algún fruto, el personaje achatado
soltó una carcajada que más bien parecía un gruñido, Matías lo ayudo y lleno el
saco del personaje al momento de despedirse en la oscura noche, aquel personaje
solo atinó a decirle que volvería dentro de un mes y que no se acercase si
escuchaba ruidos raros.
Matías
antes de despedirse alzo su linterna y vio que el pie de aquel personaje era
muy pequeño, entonces comenzó a meditar de quien era aquel personaje, a veces
pensaba que era el diablillo chullachaqui o era el sueño que a esa hora tenia;
pero no le restó importancia y seguía con su labor diaria al día siguiente.
Pasaron
ya un mes y este se disponía a dormir cuando escucho a los perros ladrar y
llorar al mismo tiempo, Matías cogió su machete y se dispuso a salir ya que en
época de lluvias era frecuente que alguna boa pasara por su terreno.
Cuando
comenzó a estremecerse por ruidos extraños, que allí escuchaba, se acercó poco
a poco y vio afuera de su cerca y en su chacra una boa gigantesca echada al pie
de un mangual, y varios demonios chullachaquis alimentándola de frutos, cuando
de pronto uno de ellos se percató del intruso y con un grito de furia envió hacia
el a un diablillo para que lo atacase, pero este viéndose en
peligro corrió a esconderse pero el demonio se convirtió en
una feroz bestia, el con su machete ataco ciegamente pero solo
lograba cansarse, el demonio entonces lo derribo, y ya preso lo llevaron hacia
la gigantesca boa.
Esta
al verlo lo olio y dijo que no estaba apetitoso y ordeno lo lleven donde el
demonio que cabalgaba a la Runa Mula que él estaba hambriento; Matías al oír
eso tuvo miedo y sollozando balbuceaba de que no quería morir, pero al llegar
allí se dio con la sorpresa que el jinete no era nada más ni nada menos que el
personaje que ayudo con los frutos; este al verlo sonrió y con carcajadas
espantosas decía que se lo iba a comer y que se retiraran los otros demonio, Matías
le dijo que lo recordaba y que no quería morir, el demonio solo le recrimino el
no hacerle caso y que no debía haber ido a aquel lugar.
El
demonio le explicaba que la boa era la madre del río y que los
demonios para que puedan beber de sus aguas debían alimentarla, el solo era el líder
de los demonios y cabalgaba a mujeres que en pecado estaban; Matías entonces
vio a varia mujeres hermosas desnudas amarradas y sin conciencia que solo
balbuceaban, el demonio decía que ellas estaban en pecado y el las castigaba dándoles
azotes hasta el fin de los días.
Matías
entonces suplicando su vida le pidió lo dejase ir, pero el demonio solo
comentaba que si lo dejaba ir la boa devoraría a su gente por traición, y él
quería a su gente, entonces se oyó un ruido, era la voz de la boa exigiendo
muera el intruso, el demonio entonces queriendo devolverle el favor le dio dos
opciones o convertirse en un bufeo o ser devorado por él, Matías sin saber qué
hacer y sabiendo que el Bufeo era un demonio raptor, no acepto y poco a poco
con gritos de dolor Matías fue devorado por el Demonio.
La
Boa empezó a meterse bajo el agua pero antes de eso devoro a un demonio, al
saber esto el diablo mayor enojado vomito a Matías y lo volvió consciente, ordenándole
que mate y queme a la boa; este no entendiendo lo que había pasado fue al filo
del Río donde vivía la Boa y aprovechando que estaba dormida le asesto cortadas
mortales con su machete, esta al sentir los cortes y viendo a su asesino antes
de morir lo devoró y masticó con el veneno mortal que emanaba, la gran Boa
murió y Matías también.
Pero
lo que no sabía la gran Boa era de que el demonio había vomitado a Matías con
el conjuro de que si moría se transformara en un Chullachaqui; y así sucedió Matías
se convirtió en un Chullachaqui y adopto su lado maligno, convirtiéndose en un
raptor y travieso en la espesa selva ya que no volvió a su querida chacra.
Se
dice que la Gran Boa se convirtió en un Lago Inmenso y que en luna llena se
levanta y busca otro lugar donde ubicarse y descansar, también se cuenta que Matías
vuelve a su forma humana solo en luna llena y que su llanto de lamento se
escucha en noches de lluvia.
AUTOR : JOSE ANTONIO CORDOVA WAJAJAY
DERECHOS RESERVADOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario
TE INVITAMOS A PARTICIPAR DEJANDO TUS COMENTARIOS, SON UNA PARTE IMPORTANTE PARA NUESTRA WEB