Cuentan
que antiguamente en la Ciudad de Moyobamba, en los amplios barrancos que son
parte del paisaje de esta hermosa ciudad, se suscitaban hechos muy extraños,
había momentos que cuando las personas pasaban por los alrededores de los
barrancos, sentían un agobio y una pesadez en el cuerpo como un tormento
interno que los aquejaba, los hacia perder la razón, según se afirmaba los
demonios de la selva habitaban en los barrancos y causaban esos estragos con su
aura maligna.
Eran
días de fiesta en Moyobamba, se acercaba la Grandiosa Fiesta de San Juan y San
Pedro, la algarabía era contagiante, por doquier habían arreglos acordes a la
celebración, por las noches salían a pasear y bailar al ritmo de pandillas
típicas, la mayoría de los pobladores ofrecían comida y bebida a los visitantes
de todas partes de la ciudad.
En
el Barrio de Zaragoza, en sus alrededores los vecinos preparaban sus calles
para recibir la fiesta, en los alrededores de uno de los barrancos de la ciudad
la gente preparaba sus calles y casas para celebrar.
Una
noche una anciana que pasaba por allí vio una lechuza muy triste en su canto,
signo de mal augurio, la anciana corrió y comento a su familia de lo
acontecido, pero no le hacían caso debido a que eran supersticiones y no
querían arruinar sus celebraciones.
Pasaban
los días y las noches y el llanto de la lechuza era aún más lastimero y más
notorio, la anciana preocupada salió a ver qué pasaba y vio que en el Barranco
había una especia de fuego, pero ningún vecino estaba quemando algo a esa hora,
fue con su mechero a kerosene hacia aquel lugar, al llegar casi se desmaya por
el olor putrefacto que allí emanaba, pero continuo caminando hacia el barranco,
avanzo cuesta abajo y entre los matorrales vio a los demonios bailando y
quemando lo que parecía ser una especie de árbol enorme, la anciana diviso
chullchaquis de color rojo, runamulas corriendo salvajemente y arrojando fuego,
uno de los demonios que más le dio temor era una especie de mono inmenso casi
del tamaño de un árbol el cual gritaba y hacia que los alrededores tiemblen, la
anciana quería escapar pero su cuerpo se lo impedía todas sus extremidades se
habían vuelto duras no movía musculo alguno.
La
anciana con el temor de ser descubierta avanzo lentamente, hacia las afueras
del barranco cuando estuvo lejos de este, su corazón se agito mucho que
se desmayó en el acto. A la mañana siguiente se despertó con un dolor muy
fuerte en su cuerpo, sus familia la había recogido y preocupados la llevaron a
una posta médica, allí las preguntas no cesaban y la anciana contó lo sucedido,
los familiares incrédulos solo atinaban a decir que habría sido el cansancio o
el frío de aquella noche.
La
anciana se repuso de lo sucedido, y empezó a pensar en lo que había visto, como
era de costumbre la fiesta de San Juan y San Pedro ya estaba en auge la gente
se contagiaba de la celebración; la anciana se convenció de lo que había
ocurrido podría haber sido producto de su imaginación, ya pasadas las horas de
la noche la fiesta estaba a plenitud en el Barrio de Zaragoza, eran la
medianoche y los cortes de humishas eran vistos por todos.
La
noche de luna llena se tornó en melancolía cuando se enteraron de que dos niños
se habían perdido, era imposible debido a que todos se conocían y no había
indicios de algo malo por parte de vecinos y personas de fuera; comenzaron la
búsqueda por todos los alrededores y los barrancos y aún no había indicios de
ellos.
Una
noche los vecinos en grupos iban por las casas a pedir ayuda, la anciana se enteró
de aquello y se unió a la búsqueda de los niños, iban por barrancos, por los
linderos de chacras, no tenían resultado alguno.
Fue
cuando la anciana acompañada de un vecino vieron fuego que salía de un
barranco, se acercaron a aquel lugar y vieron lo inexplicable, la anciana quedo
perpleja y anonadada al ver el evento y explico al vecino sobre aquello, el
vecino armado de valor fue con su carabina cuesta abajo, la anciana le seguía
cautelosa, cuando sintieron su cuerpo inmóvil, no podían seguir estaba sin
poder mover musculo alguno, fue cuando donde estaban, un grito de terror
se oía fuertemente, los demonios torturaban a los niños, les arrancaban los
pelos las runamulas los arrastraban, y casi sin vida lloraban.
El
vecino enfadado corrió y disparo hacia los demonios pero estos no recibían daño
alguno, solo reían y seguían matando a los niños, impotente ataco a un
chullachaqui quien corrió despavorido hacia el fuego inmenso que había en el
centro, en eso apareció el gran demonio en forma de un oso hormiguero gigante
quien capturo al vecino y dio caza a la anciana.
La
luna llena se teñía de espanto.
En
un claro del barranco los demonios descuartizaban a los cuatro seres y los
devoraban entre ellos. Solo una lechuza triste cantaba el desenlace.
AUTOR : Jose Antonio Cordova Wajajay
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