miércoles, 15 de enero de 2014

EL SITIO PESADO


Cuentan que antiguamente en la Ciudad de Moyobamba, en los amplios barrancos que son parte del paisaje de esta hermosa ciudad, se suscitaban hechos muy extraños, había momentos que cuando las personas pasaban por los alrededores de los barrancos, sentían un agobio y una pesadez en el cuerpo como un tormento interno que los aquejaba, los hacia perder la razón, según se afirmaba los demonios de la selva habitaban en los barrancos y causaban esos estragos con su aura maligna.

Eran días de fiesta en Moyobamba, se acercaba la Grandiosa Fiesta de San Juan y San Pedro, la algarabía era contagiante, por doquier habían arreglos acordes a la celebración, por las noches salían a pasear y bailar al ritmo de pandillas típicas, la mayoría de los pobladores ofrecían comida y bebida a los visitantes de todas partes de la ciudad.

En el Barrio de Zaragoza, en sus alrededores los vecinos preparaban sus calles para recibir la fiesta, en los alrededores de uno de los barrancos de la ciudad la gente preparaba sus calles y casas para celebrar.
Una noche una anciana que pasaba por allí vio una lechuza muy triste en su canto, signo de mal augurio, la anciana corrió y comento a su familia de lo acontecido, pero no le hacían caso debido a que eran supersticiones y no querían arruinar sus celebraciones.

Pasaban los días y las noches y el llanto de la lechuza era aún más lastimero y  más notorio, la anciana preocupada salió a ver qué pasaba y vio que en el Barranco había una especia de fuego, pero ningún vecino estaba quemando algo a esa hora, fue con su mechero a kerosene hacia aquel lugar, al llegar casi se desmaya por el olor putrefacto que allí emanaba, pero continuo caminando hacia el barranco, avanzo cuesta abajo y entre los matorrales vio a los demonios bailando y quemando lo que parecía ser una especie de árbol enorme, la anciana diviso chullchaquis de color rojo, runamulas corriendo salvajemente y arrojando fuego, uno de los demonios que más le dio temor era una especie de mono inmenso casi del tamaño de un árbol el cual gritaba y hacia que los alrededores tiemblen, la anciana quería escapar pero su cuerpo se lo impedía todas sus extremidades se habían vuelto duras no movía musculo alguno.

La anciana con el temor de ser descubierta avanzo lentamente, hacia las afueras del barranco cuando estuvo lejos de este,  su corazón se agito mucho que se desmayó en el acto. A la mañana siguiente se despertó con un dolor muy fuerte en su cuerpo, sus familia la había recogido y preocupados la llevaron a una posta médica, allí las preguntas no cesaban y la anciana contó lo sucedido, los familiares incrédulos solo atinaban a decir que habría sido el cansancio o el frío de aquella noche.

La anciana se repuso de lo sucedido, y empezó a pensar en lo que había visto, como era de costumbre la fiesta de San Juan y San Pedro ya estaba en auge la gente se contagiaba de la celebración; la anciana se convenció de lo que había ocurrido podría haber sido producto de su imaginación, ya pasadas las horas de la noche la fiesta estaba a plenitud en el Barrio de Zaragoza, eran la medianoche y los cortes de humishas eran vistos por todos.

La noche de luna llena se tornó en melancolía cuando se enteraron de que dos niños se habían perdido, era imposible debido a que todos se conocían y no había indicios de algo malo por parte de vecinos y personas de fuera; comenzaron la búsqueda por todos los alrededores y los barrancos y aún no había indicios de ellos.

Una noche los vecinos en grupos iban por las casas a pedir ayuda, la anciana se enteró de aquello y se unió a la búsqueda de los niños, iban por barrancos, por los linderos de chacras, no tenían resultado alguno.
Fue cuando la anciana acompañada de un vecino vieron fuego que salía de un barranco, se acercaron a aquel lugar y vieron lo inexplicable, la anciana quedo perpleja y anonadada al ver el evento y explico al vecino sobre aquello, el vecino armado de valor fue con su carabina cuesta abajo, la anciana le seguía cautelosa, cuando sintieron su cuerpo inmóvil, no podían seguir estaba sin poder mover musculo alguno, fue cuando donde estaban, un grito de terror se oía fuertemente, los demonios torturaban a los niños, les arrancaban los pelos las runamulas los arrastraban, y casi sin vida lloraban.

El vecino enfadado corrió y disparo hacia los demonios pero estos no recibían daño alguno, solo reían y seguían matando a los niños, impotente ataco a un chullachaqui quien corrió despavorido hacia el fuego inmenso que había en el centro, en eso apareció el gran demonio en forma de un oso hormiguero gigante quien capturo al vecino y dio caza a la anciana.

La luna llena se teñía de espanto.
En un claro del barranco los demonios descuartizaban a los cuatro seres y los devoraban entre ellos. Solo una lechuza triste cantaba el desenlace.


AUTOR : Jose Antonio Cordova Wajajay
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